Nos encontrábamos, mi esposo,
mi hijo de 8 años, y yo decidiendo a dónde íbamos a cenar.
Mi esposo me sugieró ir al «Conejito», entonces el niño pregunta:
¿Qué tipo de comida sirven en ese restauran?
Y mi esposo, que tenía un carácter fácilmente irritable, le contesta:
¿Qué crees tú? Si el restauran se llama «El conejito» es porque venden conejo, ¿o no?
Entonces, le digo yo, mejor vamos al «Cochinito».
Vuelve el niño a preguntar:
¿Qué sirven en ese restauran?
Mi esposo un poco irritado, le contesta:
Si usaras un poco el sentido común, no harías tantas preguntas tontas.
De momento recuerdo que me habían recomendado un restauran llamado «El Gato Tuerto», y le digo a mi esposo:
Mejor, vamos al «Gato Tuerto».
El niño respondió:
¡Oh no, pero ese gato tuerto se lo comerán ustedes!
Resulta que un día estaba Aristóteles en el bosque,
cuando de repente ve a Sócrates pasar muy contento con un cucharón en la mano, un tanto intrigado le pregunta:
¿Adónde vas con ese cucharón?
Sócrates muy entusiasmado le responde:
¡A comer con Platón!
Un señor entra a un bar y le dice al camarero:
¿Cuánto cuesta un café?
El camarero responde:
1 Euro.
¿Y el azúcar? Preguntó el señor.
¡Gratis! Respondió el camarero.
Pues ponme un kilo, por favor.
Mi cocinera nueva es un sol.
¿Guisa bien?
No, lo quema todo.
Ayer mi maestro se comió, en la kermes,
¡Treinta hamburguesas y diez refrescos!
¡Ah, caray, me gustaría conocer a tu maestro!
¡Pues, córrele porque hoy lo entierran!
Llega un señor a un restaurant y pregunta:
Señor, ¿aquí venden comidas rápidas?
Sí señor, tome su cuenta.
Comete la sopa de fideo y fideo se quedó sin sopa.
En una frutería estaba la persona que atiende,
y llega un fulano fornido, alto y le dice al encargado:
Oiga joven, ¿Cuánto cuesta esta sandía?
Y el otro le contesta:
15 pesos.
Entonces, véndame media sandía.
No señor, no puedo venderle media sandía.
¿Pero, por qué, yo solamente quiero media sandía?
No puedo, porque si la parto se me pierde la otra mitad se pudre señor,
le contesta ya enfurecido y sacado de onda. Entonces, dice con un vozarrón:
Déjeme decirle al patrón a ver que dice.
Entra a un cuartucho que estaba en el fondo del negocio,
y no se dio cuenta que su cliente lo había seguido y le dice al patrón:
Jefe allá afuera está un tipo que quiere que le venda media sandía y lo mandé por un tubo,
le dije que no se podía pero el muy terco necio, insiste.
El encargado le dijo a su jefe pestes del cliente,
pero no se dio cuenta de que estaba atrás de él, y le toma el hombro.
¡Cómo dijo!, con voz de enojado.
Y el encargado dice:
Ah, mire jefe y aquí este joven quiere la otra mitad. ¿Qué dice, se la vendemos?
Había un señor tan alto que no tomaba café con leche sino que café con Dios.